El presente trabajo se propone visibilizar la realidad de los adolescentes con referentes adultos privados de libertad en nuestro país. Para esto, se realizó un estudio cualitativo en base a doce entrevistas semiestructuradas a mujeres que durante su adolescencia tuvieron o tienen a uno de sus adultos referentes privados de libertad, sus madres y/o otras mujeres que se encargaron de su crianza, con el objetivo de conocer las estrategias desplegadas por estas familias para cuidar el vínculo padres-hijos/as adolescentes, centrando nuestra atención en los cambios en el comportamiento de las jóvenes, sus experiencias al participar de las visitas carcelarias, los lazos familiares y comunitarios en los que se sustentan las familias, los cambios en los roles y rutinas, entre otros aspectos. En vinculación con el objeto de esta investigación, el marco teórico recorre la evolución de la familia nuclear en un contexto de fluctuaciones sociales constantes, donde surgen nuevas configuraciones familiares, y las formas de convivencia se multiplican y diversifican. En este entramado la familia ampliada y las redes comunitarias adquieren un rol central, acompañando a la familia nuclear. La protección y el reconocimiento que los individuos obtenían principalmente del vínculo con sus padres, se obtienen ahora de otras formas y a través de otros vínculos. Las elecciones de los adolescentes constituyen su propio curso de vida, en base a las influencias y reestricciones de su entorno, y es probable que si se encuentran rodeados de referentes infractores, asimilen esa conducta como propia. A su vez, por la influencia que tiene en los individuos, la familia puede incentivar, así como cuestionar , las prácticas delictivas. El correcto desarrollo de los niños termina siendo responsabilidad e interés de toda la comunidad, por el hecho de que posteriormente serán productivos y útiles para la misma. Además de las interacciones con los integrantes de la comunidad, los individuos se vinculan con el Estado a través de la interración con personas concretas, donde los sujetos se convierten en representantes de instituciones como la policía. Sostenida en una ideología securitaria, la fuerza pública actúa de manera violenta y represiva con ciertos sectores de la sociedad, legitimada por el resto de la sociedad por ser la institución consagrada en la lucha contra el crimen, mientras las clases vulneradas naturalizan la opresión y discriminación. En las conclusiones se reflexiona acerca de las prácticas y estrategias que desarrollan estas familias, en un contexto de casi completa desprotección estatal. Entre los principales hallazgos, se encontraron elementos que evidencian la importancia de la visita al centro penitenciario para el vínculo padres-hijos/as adolescentes, la «preparación» de los padres a sus hijos previo a su detención y su entrega voluntaria para que la policía no irrumpa en sus hogares, las llamadas telefónicas y su establecimiento definitivo como estrategia a raíz de la pandemia, la necesidad y presencia de terceras personas (en su mayoría, mujeres) que colaboren con el mantenimiento del vínculo y, de la mano de esto, el sostén que representan las redes comunitarias —formadas por vecinas/os, centros educativos y profesionales de la salud— para quienes se encargan de los cuidados y crianza de estos hijos, la preocupación de las adultas referentes por la salud mental de los/as adolescentes y las dificultades para acceder a ella, las resistencias que tanto adultos como adolescentes tienen para reconocerse familiares de una persona privada de libertad y el duro choque entre las expectativas y la realidad del egreso del adulto. Finalmente se mencionan algunas líneas de investigación pendientes a desarrollar, de gran relevancia para seguir indagando en la vida y cotidiano de los niños, niñas y adolescentes con adultos referentes privados de libertad.