El caso de Enron
Resumen:
ENRON Corporation es uno de los casos más destacados de fraude de la historia corporativa en actividades de transporte de gas natural, la electricidad, la Internet y los mercados financieros, con operaciones en más de 30 países. La empresa llegó a ser considerada la séptima corporación más grande de los Estados Unidos, del mercado de energía y fue designada como la empresa más innovadora durante cinco años consecutivos y la mejor en la calidad de gestión. Afines de los años 90, la prensa elogiaba la cultura emprendedora creativa y dispuesta a correr riesgos de ENRON. Años más tarde, se descubrió otra cultura con un énfasis implacable en el aumento de las ganancias sin reparar en las formas y contenidos éticos de las acciones que para ello fuera necesario. La Empresa asumió riesgos en forma irresponsable, inició negocios fuera de su “core business”. Aparentemente, el apetito de riesgos de la “alta dirección”, fue uno de los principales factores que llevó a la organización a la quiebra fraudulenta. A fines del año 2000, ENRON atravesó dificultades financieras por la pérdida de su ventaja competitiva ante el ingreso de otras empresas a su mercado y por la caída del precio de la energía, consecuencia de la recesión mundial. Los directivos utilizaron un equipo de ejecutivos para esconder miles de millones de dólares en deudas mediante artificios contables, la creación de entidades de propósito especial y varias subsidiarias en paraísos fiscales. Aplicaron prácticas contables altamente cuestionables que fueron convalidadas por varios años para poder enmascarar los malos resultados, hasta que la situación se hizo intolerable e insostenible. Desarrollaron informes financieros pobres e inexactos y lograron que la auditora Arthur Andersen obviara estas acciones, lo que constituyó uno de los casos de fraudes a gran escala con mayor impacto en la confiabilidad de los involucrados. La firma Arthur Andersen desarrolló prácticas que una auditora no debe incurrir, no aplicando los procedimientos profesionales adecuados y olvidando los principios éticos básicos que una firma auditora debe tener presentes. Pero no solo se fueron dando resultados negativos para ENRON que finalmente quebró. También arrastró a varias compañías que le habían otorgado créditos o tenían contratos con la Corporación. En diciembre del año 2001, la corporación ENRON se convirtió en la bancarrota más grande de la historia estadounidense. Entendemos que es un caso que debería estudiarse para poder comprender mejor la naturaleza de las prácticas desarrolladas por sobre todo con foco en la ética y los riesgos. Este proceso tuvo además un enorme impacto negativo en los mercados energéticos en general. Las reguladoras de negocios sectoriales similares fueron duramente cuestionadas.
Surge naturalmente una pregunta inquietante: ¿Cómo se relaciona esto con la organización que era modelo por su código de ética que por otra parte, fuera utilizado como modelo referente para universidades a lo largo del mundo? Se dio una conjunción de varios factores. Pero en definitiva, los malos negocios desarrollados y el ansia de ganancias rápidas hicieron que en algún momento, la “alta dirección” dejara de lado su reconocido código de ética. Evidentemente los aspectos fundamentales de la Ética en los Negocios de Enron fueron ignorados por sus agentes internos y a partir de allí, los resultados de las desviaciones desembocaron en ciertos hechos actualmente bien conocidos. Desde luego que cuando no se desarrollan negocios saludables y las operaciones no conservan los activos de la empresa sino que los comprometen, se generan condiciones que no son las mejores para poder prosperar e incluso, llegar a sobrevivir. En nuestro estudio, reconocemos los fallos en los negocios, pero postulamos que ENRON no quebró sólo por realizar malos negocios y aceptar prácticas contables corporativas impropias, aunque esos fueron dos factores importantes. Entendemos que ENRON fracasó principalmente porque tenía una cultura que impulsaba a sus ejecutivos a comportamientos indebidos, entre los que se encuentran malas decisiones estratégicas y ocultamiento de los resultados. En ese proceso de comportamientos indebido perdió el pie en una contingencia económicamente desfavorable. En poco tiempo sus negocios generaron pérdidas importantes que sus directivos procuraron ocultar. Por su parte, Arthur Andersen ofreció servicios por los cuales recibía altos ingresos, lo cual aparentemente le hizo olvidar sus obligaciones éticas al momento de realizar las auditorias y no denunciar las prácticas contables fraudulentas. Como una respuesta a estos grandes fraudes que afectaron a cientos de miles de personas, apareció la necesidad de institucionalizar la ética en los negocios como una forma de autorregulación en el ámbito mundial. No son hechos excepcionales, son los emergentes de un sistema socio-económico disfuncional porque ha colocado y puesto énfasis esencialmente en los factores económicos habiendo subordinado otros factores. Lo que realmente llama a la reflexión es el punto de quiebre y la entrada en la espiral defraudadora a partir de ciertas decisiones de negocios equivocadas que los conduzco a desarrollar una de las estafas corporativas más grandes de la historia. Los resultados de estas prácticas fueron impactantes. Miles de shareholders perjudicados, empleados sin trabajo, ejecutivos a la cárcel, y un desprestigio corporativo general sin precedente. Se generó un periodo durante el cual las actividades fraudulentas tuvieron lugar y donde ninguno de los integrantes del staff realizó denuncia alguna hasta que finalmente se produjo la crisis y todo ya estaba perdido.1 Aparentemente tuvo relevancia el “factor humano”; los agentes de máximo nivel interno de la organización tenían, temor ante la realidad y pensaban que si denunciaban lo que estaba ocurriendo, perderían sus posiciones que estaban muy bien remuneradas.
2019 | |
ETICA RIESGOS EMPRESAS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA |
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Español | |
Universidad de la República | |
COLIBRI | |
https://hdl.handle.net/20.500.12008/25855 | |
Acceso abierto | |
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