Sumario: | En la primera parte del artículo se desarrolla la cuestión acerca del estatuto del espacio desde la Antigüedad, pasando por la Edad Media, hasta las posturas aparentemente contrapuestas del siglo XX: la que subordina la categoría espacial a la temporal (formalismo y narratología) y la que reconoce el valor estructurante del espacio en la narrativa (“forma espacial” de Frank). Ambas se complementan con una geografía del espacio (Lotman), y con el estudio temático de Bachelard y Durand. Con la aparición de La babosa en 1952, el escritor paraguayo Gabriel Casaccia inaugura un ciclo de novelas –cuyo análisis se expone en la segunda parte del artículo- en el que el habitar de los personajes en el espacio reducido de la villa de Aregua suscita la reflexión sobre la identidad. La distancia espacio-temporal con la realidad objeto de las tramas sugiere el papel preponderante de la memoria en la configuración del universo literario. Bachelard y Durand han recordado que el ejercicio de la memoria anula el decurso temporal y recupera vivencias vinculadas a “espacios de la estabilidad del ser”. De ahí que la reflexión acerca de la realidad nacional y de su identidad suscite la confrontación con el espacio que la memoria alberga: no sólo con el real, percibido e interiorizado por el propio autor, sino también con el literario configurado por una tradición idealizadora, con la que Casaccia parece romper.
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