Sumario: | Me propuse, este año, recorrer la totalidad de mi ya voluminoso archivo fotográfico, enriquecido a través de treinta y tres años de práctica constante. Descubrí que es una experiencia apasionante, llena de sorpresas, donde aparecen, también, sentimientos contradictorios. Momentos de alegría, y de tristeza. En repetidas oportunidades, por fortuna y por goce interior, nace el asombro ante el descubrimiento de una imagen que nunca había retenido, o la revalorización de otra que con el tiempo ha tomado mayor importancia. También se produce la bronca —o el llamado a la realidad— en aquella secuencia de una situación fantástica, en que justo faltó la foto, y el reconocimiento del error en el momento decisivo. Recorro para adelante y para atrás mi vida de fotógrafo, y me surge una gran pregunta: ¿mi archivo fotográfico es mi memoria?
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