En Uruguay, los productores de cabra se concentran en la región suroeste del país, la cual tiene una larga tradición lechera. En general, se emplea un sistema de cría semi extensivo, con pastoreo de praderas implantadas y una estabulación y suplementación nocturna. La mayoría de los tambos caprinos son de pequeña extensión donde se emplea mano de obra familiar, donde además se elaboran diferentes tipos de yogures y quesos. (Ciappesoni, 2006). La producción de leche de cabra puede constituir un importante instrumento en la política de producción de alimentos y de seguridad alimentaria. (De Quadros, 2008). Su uso es muy frecuente en niños y adultos mayores que no pueden consumir leche bovina y es recomendada en personas que sufren úlceras, asma, eczemas, etc. (Larrosa y Kremer, 1990). En su código general de prácticas higiénicas para la Industria Láctea, la Federación Internacional de Lechería indica que la leche deberá ser de buena calidad bacteriológica y propia para el consumo humano (FIL, 1984). Según García Viejo y Salinas, (1998), se pueden concretar tres tipos de calidad para la leche cruda: calidad higiénica sanitaria; calidad físico-química y calidad sensorial. La calidad higiénicosanitaria incluye aspectos microbiológicos con una gran variación en los niveles de microorganismos totales. (De Souza y col; 2009). Según Zapico (2003), los estudios sobre la calidad microbiológica de la leche de cabra son escasos, entre otras causas, a la menor importancia económica de su producción respecto de la vaca. El recuento de células somáticas es básico en los programas de control para leches anormales en vacas, cabras y ovejas. Las células somáticas predominantes en el ganado bovino son los macrófagos, en cambio en cabras predominan los polimorfonucleares, especialmente los neutrófilos, tanto en glándulas mamarias sanas como infectadas (Paape, y col, 2007). Los valores de células somáticas (RCS), reseñados en la bibliografía para leche de cabra son dispares, (Martínez, 2001). Las diferencias que existen entre la leche de cabra y la de vaca muestran la necesidad de establecer estándares específicos para la primera.