En la sociedad en la que vivimos y más aún en el medio rural la diferencia sexual entre hombres y mujeres implica una desigualdad social. En este sentido, analizar las practicas cotidianas de hombres y mujeres en cuanto a la forma en que se dividen las tareas en los establecimientos de tipo familiar es fundamental si se pretende lograr una aproximación a la comprensión de este fenómeno. Las familias productoras dividen y organizan el espacio físico del establecimiento-familia a partir de la misma distinción que atraviesa el mundo del trabajo: la casa y el campo. Así, la participación de éstas en el trabajo productivo ha sido generalmente desvalorizado, considerado como complementario, o simplificado como una mera ayuda al hombre, mientras que la carga de trabajo no remunerado es desproporcionada en detrimento de las mujeres, las tareas domésticas recaen casi exclusivamente en ellas, teniendo un rol prioritario en la esfera privada de la vida familiar. Por otra parte, las mujeres se han visto excluidas de la ciencia y la tecnología como consecuencia de una doble división del trabajo. Por un lado, la división sexual, la cual asignaba a las mujeres el rol de cuidadoras del hogar, y quedando alejadas de toda posibilidad de participar de actividades relacionadas con la ciencia y tecnología, y por otra la división entre trabajo manual y el trabajo intelectual que alejó a las pocas mujeres que podían acceder a la cultura de desarrollo técnico. Esto se traduce en un notorio alejamiento de las mujeres de las tecnologías que se manejan en los establecimientos de producción familiar. Este estudio buscó constituirse en una aproximación a la comprensión del fenómeno de la división sexual del trabajo en los establecimientos de producción familiar y como incide la tecnología en la forma en que se distribuyen las tareas