En el marco del proceso actual de expansión de las opciones religiosas en nuestro país analizamos la configuración identitaria del Santo Daime en Uruguay, con especial énfasis en el consumo de representaciones y sentido subjetivo. Una sociedad cada vez más plural da lugar a nuevas doctrinas religiosas y coloca al fiel en el rol de elector, convirtiendo el campo religioso en un mercado con sus ofertantes, sus consumidores y sus productos. La oferta más atractiva que posee el culto daimista es su propio sacramento, la ayahuasca; a la vez uno de los elementos que cuestiona con mayor intensidad la legitimidad del culto por considerarse una "droga". Sin embargo, ¿a qué se debe su atractivo? Es que la misma pluralidad que le da lugar es condición de su existencia, la inmensa marea de estilos de vida y de valores divergentes y hasta opuestos sumergen al sujeto en un caos donde ya no quedan certezas de las que aferrarse, un mundo donde ya no encuentran el sentido. Así es que la ayahuasca y la forma en que la representan (como una santidad líquida) cumplen la función de guía en el día a día siendo una herramienta para la sanación del espíritu que ha enfermado a causa de los sinsentidos de la vida moderna. Por lo que el fundamento de este nuevo mercado religioso es el consumo de sentido subjetivo, es la construcción de refugios simbólicos basados en verdades inalterables donde pararse firme, huyendo de un mundo que tambalea.