El sistema neoliberal capitalista ha instituido al Trabajo como eje orientador y principal de la vida. En la vida cotidiana, la mayoría de las personas destinan un tercio de su día para satisfacer las necesidades de producción que el sistema demanda. El resto del día, el trabajador se “libera” de la obligación de ir a trabajar; sin embargo, el mismo sigue atado al ámbito laboral, ya que el tiempo de ocio, es organizado a partir de las horas destinadas al trabajo. En nuestro país, las personas en edad de trabajar, son los que componen el grupo etario de 15 a 64 años, de esta manera, los adultos mayores son aquellos que no producen para el sistema, generando estereotipos en el imaginario social. En este sentido, la población más vulnerable dentro de este gru po, es decir aquellos viejos que no poseen los recursos necesarios para vivir una vejez digna, queda excluida por la sociedad y desprotegida por el estado. Esto deriva en la mirada negativa hacia los viejos desde el punto de vista social, así como también se alimenta el estereotipo que el imaginario social mantiene como viejo aburrido, enfermo, desgastado, pasivo, al que nadie quiere llegar. En referencia a lo anterior, se concibe a la jubilación como el punto final del proceso transcurrido a lo largo de los años en el mercado laboral formal, y el comienzo de una nueva etapa nunca antes transcurrida, en donde se producen cambios en la rutinización de los viejos. En este sentido se pretende conocer que genera la jubilación en el adulto mayor, ¿será un punto de inflexión? ¿Qué factores inciden en el comienzo de esta nueva etapa? ¿Cómo se relaciona el género, los cuidados, la familia, entre otros a dicho proceso?