Bases para un abordaje de la Ciencia Política en clave de patología social, desde una crítica epistemológica
Resumen:
Desde la renuncia de Rafael Paternain al Observatorio de Violencia y Criminalidad, ha comenzado a resquebrajarse cierta “fotografía” optimista del desarrollo social uruguayo supuestamente patente desde la asunción de sus gobiernos de izquierda. Su acusación acerca de que los “números oficiales” acerca de los niveles de criminalidad son poco o nada confiables, despierta no sólo desidia, sino también la peculiar pregunta acerca del “desde dónde” se construyen esos números, y a partir de ellos, la “fotografía” social oficial. Pero en mi caso me concentraré en la pregunta acerca del “efecto” que esta fotografía estadísticia oficial uruguaya tiene en la población. El envoltorio positivista de tales discursos desnuda cierta convicción cultural generalizada acerca de lo que vale como “prueba”, o como criterio de distinción entre lo verdadero y lo falso acerca de la realidad. La “prueba positivista” ha colonizado todos los ámbitos de discusión, y con ello, las descripciones de la realidad social por parte de las Ciencias Sociales. A partir de la denuncia de Paternain, delinearé algunas notas acerca de cómo abordar los efectos sociales performativos de las descripciones sociales pretendidamente científicas, concentrándome en dos ejes: a) el de la absolutización de la “prueba positivista”, y b) el de su inherente irreflexividad. En concordancia con amplia bibliografía sociológico-política, las consecuencias de estos ejes parecerían coagular en síntomas de patologías sociales o institucionales, esto es, en indicios de la presencia de cierta distorsión social a nivel normativo que hipoteca cualquier proyecto de democracia deseable
2015 | |
CIENCIA POLITICA FILOSOFIA POLITICA EPISTEMOLOGIA |
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Español | |
Universidad de la República | |
COLIBRI | |
http://hdl.handle.net/20.500.12008/10861 | |
Acceso abierto | |
Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivadas (CC BY-NC-ND 4.0) |
Sumario: | Desde la renuncia de Rafael Paternain al Observatorio de Violencia y Criminalidad, ha comenzado a resquebrajarse cierta “fotografía” optimista del desarrollo social uruguayo supuestamente patente desde la asunción de sus gobiernos de izquierda. Su acusación acerca de que los “números oficiales” acerca de los niveles de criminalidad son poco o nada confiables, despierta no sólo desidia, sino también la peculiar pregunta acerca del “desde dónde” se construyen esos números, y a partir de ellos, la “fotografía” social oficial. Pero en mi caso me concentraré en la pregunta acerca del “efecto” que esta fotografía estadísticia oficial uruguaya tiene en la población. El envoltorio positivista de tales discursos desnuda cierta convicción cultural generalizada acerca de lo que vale como “prueba”, o como criterio de distinción entre lo verdadero y lo falso acerca de la realidad. La “prueba positivista” ha colonizado todos los ámbitos de discusión, y con ello, las descripciones de la realidad social por parte de las Ciencias Sociales. A partir de la denuncia de Paternain, delinearé algunas notas acerca de cómo abordar los efectos sociales performativos de las descripciones sociales pretendidamente científicas, concentrándome en dos ejes: a) el de la absolutización de la “prueba positivista”, y b) el de su inherente irreflexividad. En concordancia con amplia bibliografía sociológico-política, las consecuencias de estos ejes parecerían coagular en síntomas de patologías sociales o institucionales, esto es, en indicios de la presencia de cierta distorsión social a nivel normativo que hipoteca cualquier proyecto de democracia deseable |
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