Educación y capital cultural: un vínculo, un problema y un proyecto
Resumen:
En la medida que todos realizamos (ya sea desde nuestro rol familiar y/o profesional) conscientes o no de ello, una tarea que supone recortar el mundo, tomar posiciones y decisiones que definen los valores culturales deseables de comunicar y hacer visibles en una sociedad, se vuelve central la dimensión ética de la labor cultural. Desde este proyecto, desde su fundamentación y de las actividades que se proponen, se impulsará la tarea ética/política del docente como educador cultural y transformador de su contexto inmediato, en busca de aumentar el capital cultural de los distintos actores que forman parte de su comunidad educativa, en busca de consagrar aquella idea de felicidad colectiva que desde la cuna de nuestra civilización planteaba Aristóteles. Una cultura de valores y valores culturales que fortalezcan la idea de convivencia y bien común es la propuesta que debe encabezar una política educativa que logre superar las actuales dificultades (que son globales y suponen el signo de una época). Articularla y ponerla finalmente en juego es el desafío por el que se debemos estar trabajando los educadores. En tal sentido, se vuelven propedéuticos tres ejes de trabajo: a) El visualizar a los espacios educativos como espacios de resistencia. b) Apostar a la formación permanente de los educadores bajo una perspectiva que supere la crisis de la separación entre lo pedagógico y el campo de la investigación. c) Humanizar la educación
2018 | |
docencia educación filosofía humanidades Valores sociales |
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Español | |
ANEP. Consejo de Formación en Educación | |
RIdAA-CFE | |
http://repositorio.cfe.edu.uy/handle/123456789/827 | |
Acceso abierto | |
cc by-nc-nd 4.0 |
Sumario: | En la medida que todos realizamos (ya sea desde nuestro rol familiar y/o profesional) conscientes o no de ello, una tarea que supone recortar el mundo, tomar posiciones y decisiones que definen los valores culturales deseables de comunicar y hacer visibles en una sociedad, se vuelve central la dimensión ética de la labor cultural. Desde este proyecto, desde su fundamentación y de las actividades que se proponen, se impulsará la tarea ética/política del docente como educador cultural y transformador de su contexto inmediato, en busca de aumentar el capital cultural de los distintos actores que forman parte de su comunidad educativa, en busca de consagrar aquella idea de felicidad colectiva que desde la cuna de nuestra civilización planteaba Aristóteles. Una cultura de valores y valores culturales que fortalezcan la idea de convivencia y bien común es la propuesta que debe encabezar una política educativa que logre superar las actuales dificultades (que son globales y suponen el signo de una época). Articularla y ponerla finalmente en juego es el desafío por el que se debemos estar trabajando los educadores. En tal sentido, se vuelven propedéuticos tres ejes de trabajo: a) El visualizar a los espacios educativos como espacios de resistencia. b) Apostar a la formación permanente de los educadores bajo una perspectiva que supere la crisis de la separación entre lo pedagógico y el campo de la investigación. c) Humanizar la educación |
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