La idea central de la inquietud que planteo aquí surge a partir de la experiencia que tuve en un grupo de ciclo básico, en el que los estudiantes tenían como lectura predilecta unos libros inspirados en (según lo que uno de los libros reza), “historias y leyendas recogidas del universo mágico de la tradición oral de diversas partes del mundo”. Probablemente el lector ya haya podido deducir que se hace referencia a “Voces anónimas”. Varios de los alumnos cuentan con la colección compuesta por 6 libros. Ellos los leen con avidez, y me solicitan se los lea en clase. Dichos libros son recreados por la serial que reproduce sus capítulos, e interpretada por uno de los autores, un joven modelo. Ante este fenómeno, ¿debemos decir: por lo menos leen algo, aunque no sea bueno? Podemos empezar por esas lecturas, para que luego hagan el salto y lean otros textos de más valor literario, pero, ¿cómo logramos guiarlos, para que ese salto se produzca?