Aprendizaje y TIC,nuevos alfabetismos y destrezas

Cobo, Cristóbal

Resumen:

La agenda de tecnología en el mundo educativo ha ganado terreno de manera sistemática durante las últimas décadas. Sin lugar a dudas, cada vez que se plantea el interés por renovar y modernizar las formas de enseñanza y de aprendizaje en el continente latinoamericano (así como en otros) las tecnologías de la información y de la comunicación aparecen de manera directa o indirecta en los debates como una herramienta de articulación estratégica. Este fenómeno ha ido acompañado de una clara expansión de las políticas educativas que promueven o favorecen el uso de la tecnología en los entornos educativos. Si bien la región de América Latina está lejos de resolver las profundas brechas sociales (y digitales) que aún existen, también es una realidad que hoy se registran mayores niveles de conectividad y de equipamiento tecnológico en los distintos sectores de la sociedad. No obstante, tal como veremos en estos artículos, la exclusión no se puede medir únicamente a la luz de la conectividad o del acceso a determinados dispositivos tecnológicos. Hoy han pasado al menos 9.000 días desde la irrupción de internet en la vida social de las personas y, tal como podemos ver, internet por sí solo no salvará a la educación. Es más, ya sea con internet como tótem de la posmodernidad o cualquier otra tecnología digital se repiten los mismos patrones de asimetrías socioculturales (económicas y políticas, entre otras) que han ocurrido a lo largo de la historia con la irrupción de previas revoluciones tecnológicas. Los que quedan “adentro” (o conectados) ganan protagonismo y los que quedan “afuera” son excluidos hacia la periferia, en este caso del conocimiento. Es por ello que resulta sustantivo, tal como exponen los autores, transitar desde una cultura analógica hacia una cultura que permita pensar en redes. Redes de personas, de organizaciones, de conocimiento, etc., y no solamente redes de orden tecnológico. No hay que perder el foco. En vez de limitarnos a esperar a contar con una generación 100% digital sigue siendo pertinente no ignorar las preguntas más sustantivas como, por ejemplo: ¿qué, cómo, con quién y por qué aprender en red? Estas interrogantes lejos de ser retóricas buscan posicionar un análisis crítico de los alcances y limitaciones de la tecnología en los entornos tanto educativos como sociales. Tal como aquí veremos, existen experiencias inspiradoras en el uso de la tecnología para promover, por ejemplo, modelos pedagógicos más flexibles, formas de aprendizaje extracurricular, aprendizaje basado en proyectos, trabajo en equipo enriquecido por el uso creativo de la tecnología, fomento de la curiosidad, así como prestar atención a las necesidades de la comunidad. Estas, entre muchas otras aproximaciones, se presentan como formas innovadoras de enriquecer la experiencia educativa. Sin dudas la tecnología digital no se limita solamente a crear espacios de consulta de información, sino que además ofrece nuevas dimensiones en cuanto a redefinir los flujos de poder que ocurren en los contextos de educación formal e informal. Es decir, cambia el papel del docente. También se modifica lo que se considera como conocimiento válido. De igual manera el papel del estudiante también se transforma. En definitiva, si se dan las condiciones necesarias, la escuela hoy puede transformarse en un espacio social y cognitivo muy distinto a lo que fue en otros momentos de la historia. Los nuevos flujos digitales ofrecen nuevas posibilidades, pero también demandan desarrollar nuevas responsabilidades en la comunidad usuaria de internet (y de igual modo en directivos, docentes y padres que acompañan a la comunidad escolar). Es aquí donde se abre una agenda que ha de ser permanentemente revisada y discutida dentro y fuera de la comunidad escolar en torno a temas vinculados con: ciudadanía digital, seguridad en línea, privacidad y huella digital, capacidad de desarrollar y promover el pensamiento crítico, aprovechamiento transmedia de los distintos espacios digitales, etc. Es necesario desarrollar un conjunto de multialfabetismos que permitan a los sujetos adaptarse a nuevas formas de producir, consumir y compartir el conocimiento. Si bien nunca ha existido tanta información como en nuestros días, también es una realidad que hoy hay que desarrollar nuevas capacidades de autorregulación, filtro, curación y selección. Todo ello con el fin de poder favorecer tanto como sea posible el uso de información confiable y veraz (y así evitar cuanto se pueda el uso de contenidos adulterados o carentes de confiabilidad). Es fundamental transitar hacia un enfoque de orden más multidimensional que conciba también otras formas de exclusión que limitan el aprovechamiento de las tecnologías. Tal como los autores nos advierten, aún existen profundas formas de exclusión en los espacios digitales que marcan brechas alternativas, de género, de edad, personas con necesidades especiales, para quienes no dominan el inglés, para las comunidades rurales e indígenas, entre otras. En definitiva, para todos aquellos que tienen que limitarse a consumir tecnologías foráneas sin tener mayor conocimiento sobre el destino al que irá su información personal. Parece necesario seguir avanzando en la configuración de nuevas agendas educativas que logren centrar sus prioridades no tanto en lo tecnológico sino en los nuevos lenguajes y comportamientos que derivan del uso intensivo de internet en distintos contextos de la vida social. En esta línea, el fomento del conocimiento bajo una lógica wiki se plantea como una valiosa plataforma de diálogo e intercambio con diferentes voces que provienen desde la propia comunidad usuaria de internet. Por otra parte, una de las contradicciones del nuevo paradigma, que nos advierten los autores, es que al aumentar las oportunidades que brinda la tecnología también se incrementan los riesgos. Entonces resulta fundamental asegurar las condiciones para que los sujetos sean conscientes tanto de los beneficios como de las responsabilidades asociadas al uso de la tecnología. De igual manera, se nos advierte el valor tanto de la cultura abierta como de estar abierto a nuevas culturas. ¿Cómo sacar el máximo provecho de la tecnología? ¿Cómo aprender en red? ¿Cómo reducir las brechas (las tradicionales y las nuevas)? ¿Qué agendas imponen las tecnologías en la educación? ¿Se puede promover la innovación social a través de las tecnologías? Sin caer en recetas, el lector encontrará valiosas reflexiones y recomendaciones en estas páginas que contribuyen a desmitificar el poder igualador de las tecnologías y ofrecen rutas para explorar y entender el poder transformador de aprender a aprender en entornos de abundancia informacional.


Detalles Bibliográficos
2018
Aprendizaje
Enseñanza
Educación digital
Learning
Teaching
Digital Education
Ciencias Sociales
Ciencias de la Educación
Tecnología para la educación
Experiencia de aprendizaje
Educación digital
Español
Fundación Ceibal
Ceibal en REDI
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Acceso abierto
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. (CC BY-NC-ND)
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No obstante, tal como veremos en estos artículos, la exclusión no se puede medir únicamente a la luz de la conectividad o del acceso a determinados dispositivos tecnológicos. Hoy han pasado al menos 9.000 días desde la irrupción de internet en la vida social de las personas y, tal como podemos ver, internet por sí solo no salvará a la educación. Es más, ya sea con internet como tótem de la posmodernidad o cualquier otra tecnología digital se repiten los mismos patrones de asimetrías socioculturales (económicas y políticas, entre otras) que han ocurrido a lo largo de la historia con la irrupción de previas revoluciones tecnológicas. Los que quedan “adentro” (o conectados) ganan protagonismo y los que quedan “afuera” son excluidos hacia la periferia, en este caso del conocimiento. Es por ello que resulta sustantivo, tal como exponen los autores, transitar desde una cultura analógica hacia una cultura que permita pensar en redes. Redes de personas, de organizaciones, de conocimiento, etc., y no solamente redes de orden tecnológico. No hay que perder el foco. En vez de limitarnos a esperar a contar con una generación 100% digital sigue siendo pertinente no ignorar las preguntas más sustantivas como, por ejemplo: ¿qué, cómo, con quién y por qué aprender en red? Estas interrogantes lejos de ser retóricas buscan posicionar un análisis crítico de los alcances y limitaciones de la tecnología en los entornos tanto educativos como sociales. Tal como aquí veremos, existen experiencias inspiradoras en el uso de la tecnología para promover, por ejemplo, modelos pedagógicos más flexibles, formas de aprendizaje extracurricular, aprendizaje basado en proyectos, trabajo en equipo enriquecido por el uso creativo de la tecnología, fomento de la curiosidad, así como prestar atención a las necesidades de la comunidad. Estas, entre muchas otras aproximaciones, se presentan como formas innovadoras de enriquecer la experiencia educativa. Sin dudas la tecnología digital no se limita solamente a crear espacios de consulta de información, sino que además ofrece nuevas dimensiones en cuanto a redefinir los flujos de poder que ocurren en los contextos de educación formal e informal. Es decir, cambia el papel del docente. También se modifica lo que se considera como conocimiento válido. De igual manera el papel del estudiante también se transforma. En definitiva, si se dan las condiciones necesarias, la escuela hoy puede transformarse en un espacio social y cognitivo muy distinto a lo que fue en otros momentos de la historia. Los nuevos flujos digitales ofrecen nuevas posibilidades, pero también demandan desarrollar nuevas responsabilidades en la comunidad usuaria de internet (y de igual modo en directivos, docentes y padres que acompañan a la comunidad escolar). Es aquí donde se abre una agenda que ha de ser permanentemente revisada y discutida dentro y fuera de la comunidad escolar en torno a temas vinculados con: ciudadanía digital, seguridad en línea, privacidad y huella digital, capacidad de desarrollar y promover el pensamiento crítico, aprovechamiento transmedia de los distintos espacios digitales, etc. Es necesario desarrollar un conjunto de multialfabetismos que permitan a los sujetos adaptarse a nuevas formas de producir, consumir y compartir el conocimiento. Si bien nunca ha existido tanta información como en nuestros días, también es una realidad que hoy hay que desarrollar nuevas capacidades de autorregulación, filtro, curación y selección. Todo ello con el fin de poder favorecer tanto como sea posible el uso de información confiable y veraz (y así evitar cuanto se pueda el uso de contenidos adulterados o carentes de confiabilidad). Es fundamental transitar hacia un enfoque de orden más multidimensional que conciba también otras formas de exclusión que limitan el aprovechamiento de las tecnologías. Tal como los autores nos advierten, aún existen profundas formas de exclusión en los espacios digitales que marcan brechas alternativas, de género, de edad, personas con necesidades especiales, para quienes no dominan el inglés, para las comunidades rurales e indígenas, entre otras. En definitiva, para todos aquellos que tienen que limitarse a consumir tecnologías foráneas sin tener mayor conocimiento sobre el destino al que irá su información personal. Parece necesario seguir avanzando en la configuración de nuevas agendas educativas que logren centrar sus prioridades no tanto en lo tecnológico sino en los nuevos lenguajes y comportamientos que derivan del uso intensivo de internet en distintos contextos de la vida social. En esta línea, el fomento del conocimiento bajo una lógica wiki se plantea como una valiosa plataforma de diálogo e intercambio con diferentes voces que provienen desde la propia comunidad usuaria de internet. Por otra parte, una de las contradicciones del nuevo paradigma, que nos advierten los autores, es que al aumentar las oportunidades que brinda la tecnología también se incrementan los riesgos. Entonces resulta fundamental asegurar las condiciones para que los sujetos sean conscientes tanto de los beneficios como de las responsabilidades asociadas al uso de la tecnología. De igual manera, se nos advierte el valor tanto de la cultura abierta como de estar abierto a nuevas culturas. ¿Cómo sacar el máximo provecho de la tecnología? ¿Cómo aprender en red? ¿Cómo reducir las brechas (las tradicionales y las nuevas)? ¿Qué agendas imponen las tecnologías en la educación? ¿Se puede promover la innovación social a través de las tecnologías? Sin caer en recetas, el lector encontrará valiosas reflexiones y recomendaciones en estas páginas que contribuyen a desmitificar el poder igualador de las tecnologías y ofrecen rutas para explorar y entender el poder transformador de aprender a aprender en entornos de abundancia informacional.
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No obstante, tal como veremos en estos artículos, la exclusión no se puede medir únicamente a la luz de la conectividad o del acceso a determinados dispositivos tecnológicos. Hoy han pasado al menos 9.000 días desde la irrupción de internet en la vida social de las personas y, tal como podemos ver, internet por sí solo no salvará a la educación. Es más, ya sea con internet como tótem de la posmodernidad o cualquier otra tecnología digital se repiten los mismos patrones de asimetrías socioculturales (económicas y políticas, entre otras) que han ocurrido a lo largo de la historia con la irrupción de previas revoluciones tecnológicas. Los que quedan “adentro” (o conectados) ganan protagonismo y los que quedan “afuera” son excluidos hacia la periferia, en este caso del conocimiento. Es por ello que resulta sustantivo, tal como exponen los autores, transitar desde una cultura analógica hacia una cultura que permita pensar en redes. Redes de personas, de organizaciones, de conocimiento, etc., y no solamente redes de orden tecnológico. No hay que perder el foco. En vez de limitarnos a esperar a contar con una generación 100% digital sigue siendo pertinente no ignorar las preguntas más sustantivas como, por ejemplo: ¿qué, cómo, con quién y por qué aprender en red? Estas interrogantes lejos de ser retóricas buscan posicionar un análisis crítico de los alcances y limitaciones de la tecnología en los entornos tanto educativos como sociales. Tal como aquí veremos, existen experiencias inspiradoras en el uso de la tecnología para promover, por ejemplo, modelos pedagógicos más flexibles, formas de aprendizaje extracurricular, aprendizaje basado en proyectos, trabajo en equipo enriquecido por el uso creativo de la tecnología, fomento de la curiosidad, así como prestar atención a las necesidades de la comunidad. Estas, entre muchas otras aproximaciones, se presentan como formas innovadoras de enriquecer la experiencia educativa. Sin dudas la tecnología digital no se limita solamente a crear espacios de consulta de información, sino que además ofrece nuevas dimensiones en cuanto a redefinir los flujos de poder que ocurren en los contextos de educación formal e informal. Es decir, cambia el papel del docente. También se modifica lo que se considera como conocimiento válido. De igual manera el papel del estudiante también se transforma. En definitiva, si se dan las condiciones necesarias, la escuela hoy puede transformarse en un espacio social y cognitivo muy distinto a lo que fue en otros momentos de la historia. Los nuevos flujos digitales ofrecen nuevas posibilidades, pero también demandan desarrollar nuevas responsabilidades en la comunidad usuaria de internet (y de igual modo en directivos, docentes y padres que acompañan a la comunidad escolar). Es aquí donde se abre una agenda que ha de ser permanentemente revisada y discutida dentro y fuera de la comunidad escolar en torno a temas vinculados con: ciudadanía digital, seguridad en línea, privacidad y huella digital, capacidad de desarrollar y promover el pensamiento crítico, aprovechamiento transmedia de los distintos espacios digitales, etc. Es necesario desarrollar un conjunto de multialfabetismos que permitan a los sujetos adaptarse a nuevas formas de producir, consumir y compartir el conocimiento. Si bien nunca ha existido tanta información como en nuestros días, también es una realidad que hoy hay que desarrollar nuevas capacidades de autorregulación, filtro, curación y selección. Todo ello con el fin de poder favorecer tanto como sea posible el uso de información confiable y veraz (y así evitar cuanto se pueda el uso de contenidos adulterados o carentes de confiabilidad). Es fundamental transitar hacia un enfoque de orden más multidimensional que conciba también otras formas de exclusión que limitan el aprovechamiento de las tecnologías. Tal como los autores nos advierten, aún existen profundas formas de exclusión en los espacios digitales que marcan brechas alternativas, de género, de edad, personas con necesidades especiales, para quienes no dominan el inglés, para las comunidades rurales e indígenas, entre otras. En definitiva, para todos aquellos que tienen que limitarse a consumir tecnologías foráneas sin tener mayor conocimiento sobre el destino al que irá su información personal. Parece necesario seguir avanzando en la configuración de nuevas agendas educativas que logren centrar sus prioridades no tanto en lo tecnológico sino en los nuevos lenguajes y comportamientos que derivan del uso intensivo de internet en distintos contextos de la vida social. En esta línea, el fomento del conocimiento bajo una lógica wiki se plantea como una valiosa plataforma de diálogo e intercambio con diferentes voces que provienen desde la propia comunidad usuaria de internet. Por otra parte, una de las contradicciones del nuevo paradigma, que nos advierten los autores, es que al aumentar las oportunidades que brinda la tecnología también se incrementan los riesgos. Entonces resulta fundamental asegurar las condiciones para que los sujetos sean conscientes tanto de los beneficios como de las responsabilidades asociadas al uso de la tecnología. De igual manera, se nos advierte el valor tanto de la cultura abierta como de estar abierto a nuevas culturas. ¿Cómo sacar el máximo provecho de la tecnología? ¿Cómo aprender en red? ¿Cómo reducir las brechas (las tradicionales y las nuevas)? ¿Qué agendas imponen las tecnologías en la educación? ¿Se puede promover la innovación social a través de las tecnologías? Sin caer en recetas, el lector encontrará valiosas reflexiones y recomendaciones en estas páginas que contribuyen a desmitificar el poder igualador de las tecnologías y ofrecen rutas para explorar y entender el poder transformador de aprender a aprender en entornos de abundancia informacional.
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Hoy han pasado al menos 9.000 días desde la irrupción de internet en la vida social de las personas y, tal como podemos ver, internet por sí solo no salvará a la educación. Es más, ya sea con internet como tótem de la posmodernidad o cualquier otra tecnología digital se repiten los mismos patrones de asimetrías socioculturales (económicas y políticas, entre otras) que han ocurrido a lo largo de la historia con la irrupción de previas revoluciones tecnológicas. Los que quedan “adentro” (o conectados) ganan protagonismo y los que quedan “afuera” son excluidos hacia la periferia, en este caso del conocimiento. Es por ello que resulta sustantivo, tal como exponen los autores, transitar desde una cultura analógica hacia una cultura que permita pensar en redes. Redes de personas, de organizaciones, de conocimiento, etc., y no solamente redes de orden tecnológico. No hay que perder el foco. 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Sin dudas la tecnología digital no se limita solamente a crear espacios de consulta de información, sino que además ofrece nuevas dimensiones en cuanto a redefinir los flujos de poder que ocurren en los contextos de educación formal e informal. Es decir, cambia el papel del docente. También se modifica lo que se considera como conocimiento válido. De igual manera el papel del estudiante también se transforma. En definitiva, si se dan las condiciones necesarias, la escuela hoy puede transformarse en un espacio social y cognitivo muy distinto a lo que fue en otros momentos de la historia. Los nuevos flujos digitales ofrecen nuevas posibilidades, pero también demandan desarrollar nuevas responsabilidades en la comunidad usuaria de internet (y de igual modo en directivos, docentes y padres que acompañan a la comunidad escolar). Es aquí donde se abre una agenda que ha de ser permanentemente revisada y discutida dentro y fuera de la comunidad escolar en torno a temas vinculados con: ciudadanía digital, seguridad en línea, privacidad y huella digital, capacidad de desarrollar y promover el pensamiento crítico, aprovechamiento transmedia de los distintos espacios digitales, etc. Es necesario desarrollar un conjunto de multialfabetismos que permitan a los sujetos adaptarse a nuevas formas de producir, consumir y compartir el conocimiento. Si bien nunca ha existido tanta información como en nuestros días, también es una realidad que hoy hay que desarrollar nuevas capacidades de autorregulación, filtro, curación y selección. Todo ello con el fin de poder favorecer tanto como sea posible el uso de información confiable y veraz (y así evitar cuanto se pueda el uso de contenidos adulterados o carentes de confiabilidad). 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En esta línea, el fomento del conocimiento bajo una lógica wiki se plantea como una valiosa plataforma de diálogo e intercambio con diferentes voces que provienen desde la propia comunidad usuaria de internet. Por otra parte, una de las contradicciones del nuevo paradigma, que nos advierten los autores, es que al aumentar las oportunidades que brinda la tecnología también se incrementan los riesgos. Entonces resulta fundamental asegurar las condiciones para que los sujetos sean conscientes tanto de los beneficios como de las responsabilidades asociadas al uso de la tecnología. De igual manera, se nos advierte el valor tanto de la cultura abierta como de estar abierto a nuevas culturas. ¿Cómo sacar el máximo provecho de la tecnología? ¿Cómo aprender en red? ¿Cómo reducir las brechas (las tradicionales y las nuevas)? ¿Qué agendas imponen las tecnologías en la educación? ¿Se puede promover la innovación social a través de las tecnologías? Sin caer en recetas, el lector encontrará valiosas reflexiones y recomendaciones en estas páginas que contribuyen a desmitificar el poder igualador de las tecnologías y ofrecen rutas para explorar y entender el poder transformador de aprender a aprender en entornos de abundancia informacional.62p.spaCentro de estudios Fundación CeibalJóvenes, transformación digital y formas de inclusión en América Latinareponame:Ceibal en REDIinstname:Fundación Ceibalinstacron:Fundación CeibalAprendizajeEnseñanzaEducación digitalLearningTeachingDigital EducationCiencias SocialesCiencias de la EducaciónTecnología para la educaciónExperiencia de aprendizajeEducación digitalAprendizaje y TIC,nuevos alfabetismos y destrezasParte de libroPublicadoinfo:eu-repo/semantics/publishedVersioninfo:eu-repo/semantics/bookPartEducadores en la era digitalLogros ampliados en el aprendizajeNuevas formas de conocer, aprender, enseñar y evaluarCobo, 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11:59:56.853oai:redi.anii.org.uy:20.500.12381/414QWNlcHRhbmRvIGxhIGNlc2nDs24gZGUgZGVyZWNob3MgZWwgdXN1YXJpbyBERUNMQVJBIHF1ZSBvc3RlbnRhIGxhIGNvbmRpY2nDs24gZGUgYXV0b3IgZW4gZWwgc2VudGlkbyBxdWUgb3RvcmdhIGxhIGxlZ2lzbGFjacOzbiB2aWdlbnRlIHNvYnJlIHByb3BpZWRhZCBpbnRlbGVjdHVhbCBkZSBsYSBvYnJhIG9yaWdpbmFsIHF1ZSBlc3TDoSBlbnZpYW5kbyAo4oCcbGEgb2JyYeKAnSkuIEVuIGNhc28gZGUgc2VyIGNvdGl0dWxhciwgZWwgYXV0b3IgZGVjbGFyYSBxdWUgY3VlbnRhIGNvbiBlbCBjb25zZW50aW1pZW50byBkZSBsb3MgcmVzdGFudGVzIHRpdHVsYXJlcyBwYXJhIGhhY2VyIGxhIHByZXNlbnRlIGNlc2nDs24uIEVuIGNhc28gZGUgcHJldmlhIGNlc2nDs24gZGUgbG9zIGRlcmVjaG9zIGRlIGV4cGxvdGFjacOzbiBzb2JyZSBsYSBvYnJhIGEgdGVyY2Vyb3MsIGVsIGF1dG9yIGRlY2xhcmEgcXVlIHRpZW5lIGxhIGF1dG9yaXphY2nDs24gZXhwcmVzYSBkZSBkaWNob3MgdGl0dWxhcmVzIGRlIGRlcmVjaG9zIGEgbG9zIGZpbmVzIGRlIGVzdGEgY2VzacOzbiwgbyBiaWVuIHF1ZSBoYSBjb25zZXJ2YWRvIGxhIGZhY3VsdGFkIGRlIGNlZGVyIGVzdG9zIGRlcmVjaG9zIGVuIGxhIGZvcm1hIHByZXZpc3RhIGVuIGxhIHByZXNlbnRlIGNlc2nDs24uDQoNCkNvbiBlbCBmaW4gZGUgZGFyIGxhIG3DoXhpbWEgZGlmdXNpw7NuIGEgbGEgb2JyYSBhIHRyYXbDqXMgZGUgUkVESSwgZWwgQVVUT1IgQ0VERSBhIEFOSUksIGRlIGZvcm1hIGdyYXR1aXRhIHkgTk8gRVhDTFVTSVZBLCBjb24gY2Fyw6FjdGVyIGlycmV2b2NhYmxlIGUgaWxpbWl0YWRvIGVuIGVsIHRpZW1wbyB5IGNvbiDDoW1iaXRvIG11bmRpYWwsIGxvcyBkZXJlY2hvcyBkZSByZXByb2R1Y2Npw7NuLCBkZSBkaXN0cmlidWNpw7NuLCBkZSBjb211bmljYWNpw7NuIHDDumJsaWNhLCBpbmNsdWlkbyBlbCBkZXJlY2hvIGRlIHB1ZXN0YSBhIGRpc3Bvc2ljacOzbiBlbGVjdHLDs25pY2EsIHBhcmEgcXVlIHB1ZWRhIHNlciB1dGlsaXphZGEgZGUgZm9ybWEgbGlicmUgeSBncmF0dWl0YSBwb3IgdG9kb3MgbG9zIHF1ZSBsbyBkZXNlZW4uDQoNCkxhIGNlc2nDs24gc2UgcmVhbGl6YSBiYWpvIGxhcyBzaWd1aWVudGVzIGNvbmRpY2lvbmVzOg0KDQpMYSB0aXR1bGFyaWRhZCBkZSBsYSBvYnJhIHNlZ3VpcsOhIGNvcnJlc3BvbmRpZW5kbyBhbCBBdXRvciB5IGxhIHByZXNlbnRlIGNlc2nDs24gZGUgZGVyZWNob3MgcGVybWl0aXLDoSBhIFJFREk6DQoNCihhKVRyYW5zZm9ybWFyIGxhIG9icmEgZW4gbGEgbWVkaWRhIGVuIHF1ZSBzZWEgbmVjZXNhcmlvIHBhcmEgYWRhcHRhcmxhIGEgY3VhbHF1aWVyIHRlY25vbG9nw61hIHN1c2NlcHRpYmxlIGRlIGluY29ycG9yYWNpw7NuIGEgSW50ZXJuZXQ7IHJlYWxpemFyIGxhcyBhZGFwdGFjaW9uZXMgbmVjZXNhcmlhcyBwYXJhIGhhY2VyIHBvc2libGUgc3UgYWNjZXNvIHkgdmlzdWFsaXphY2nDs24gcGVybWFuZW50ZSwgYcO6biBwb3IgcGFydGUgZGUgcGVyc29uYXMgY29uIGRpc2NhcGFjaWRhZCwgcmVhbGl6YXIgbGFzIG1pZ3JhY2lvbmVzIGRlIGZvcm1hdG9zIHBhcmEgYXNlZ3VyYXIgbGEgcHJlc2VydmFjacOzbiBhIGxhcmdvIHBsYXpvLCBpbmNvcnBvcmFyIGxvcyBtZXRhZGF0b3MgbmVjZXNhcmlvcyBwYXJhIHJlYWxpemFyIGVsIHJlZ2lzdHJvIGRlIGxhIG9icmEsIGUgaW5jb3Jwb3JhciB0YW1iacOpbiDigJxtYXJjYXMgZGUgYWd1YeKAnSBvIGN1YWxxdWllciBvdHJvIHNpc3RlbWEgZGUgc2VndXJpZGFkIG8gZGUgcHJvdGVjY2nDs24gbyBkZSBpZGVudGlmaWNhY2nDs24gZGUgcHJvY2VkZW5jaWEuIEVuIG5pbmfDum4gY2FzbyBkaWNoYXMgbW9kaWZpY2FjaW9uZXMgaW1wbGljYXLDoW4gYWR1bHRlcmFjaW9uZXMgZW4gZWwgY29udGVuaWRvIGRlIGxhIG9icmEuDQoNCihiKSBSZXByb2R1Y2lyIGxhIG9icmEgZW4gdW4gbWVkaW8gZGlnaXRhbCBwYXJhIHN1IGluY29ycG9yYWNpw7NuIGEgc2lzdGVtYXMgZGUgYsO6c3F1ZWRhIHkgcmVjdXBlcmFjacOzbiwgaW5jbHV5ZW5kbyBlbCBkZXJlY2hvIGEgcmVwcm9kdWNpciB5IGFsbWFjZW5hcmxhIGVuIHNlcnZpZG9yZXMgdSBvdHJvcyBtZWRpb3MgZGlnaXRhbGVzIGEgbG9zIGVmZWN0b3MgZGUgc2VndXJpZGFkIHkgcHJlc2VydmFjacOzbi4NCg0KKGMpIFBlcm1pdGlyIGEgbG9zIHVzdWFyaW9zIGxhIGRlc2NhcmdhIGRlIGNvcGlhcyBlbGVjdHLDs25pY2FzIGRlIGxhIG9icmEgZW4gdW4gc29wb3J0ZSBkaWdpdGFsLg0KDQooZCkgUmVhbGl6YXIgbGEgY29tdW5pY2FjacOzbiBww7pibGljYSB5IHB1ZXN0YSBhIGRpc3Bvc2ljacOzbiBkZSBsYSBvYnJhIGFjY2VzaWJsZSBkZSBtb2RvIGxpYnJlIHkgZ3JhdHVpdG8gYSB0cmF2w6lzIGRlIEludGVybmV0Lg0KDQpFbiB2aXJ0dWQgZGVsIGNhcsOhY3RlciBubyBleGNsdXNpdm8gZGUgbGEgY2VzacOzbiwgZWwgQXV0b3IgY29uc2VydmEgdG9kb3MgbG9zIGRlcmVjaG9zIGRlIGF1dG9yIHNvYnJlIGxhIG9icmEsIHkgcG9kcsOhIHBvbmVybGEgYSBkaXNwb3NpY2nDs24gZGVsIHDDumJsaWNvIGVuIGVzdGEgeSBlbiBwb3N0ZXJpb3JlcyB2ZXJzaW9uZXMsIGEgdHJhdsOpcyBkZSBsb3MgbWVkaW9zIHF1ZSBlc3RpbWUgb3BvcnR1bm9zLg0KDQpFbCBBdXRvciBkZWNsYXJhIGJham8ganVyYW1lbnRvIHF1ZSBsYSBwcmVzZW50ZSBjZXNpw7NuIG5vIGluZnJpbmdlIG5pbmfDum4gZGVyZWNobyBkZSB0ZXJjZXJvcywgeWEgc2VhbiBkZSBwcm9waWVkYWQgaW5kdXN0cmlhbCwgaW50ZWxlY3R1YWwgbyBjdWFscXVpZXIgb3RybyB5IGdhcmFudGl6YSBxdWUgZWwgY29udGVuaWRvIGRlIGxhIG9icmEgbm8gYXRlbnRhIGNvbnRyYSBsb3MgZGVyZWNob3MgYWwgaG9ub3IsIGEgbGEgaW50aW1pZGFkIHkgYSBsYSBpbWFnZW4gZGUgdGVyY2Vyb3MsIG5pIGVzIGRpc2NyaW1pbmF0b3Jpby4gUkVESSBlc3RhcsOhIGV4ZW50byBkZSBsYSByZXZpc2nDs24gZGVsIGNvbnRlbmlkbyBkZSBsYSBvYnJhLCBxdWUgZW4gdG9kbyBjYXNvIHBlcm1hbmVjZXLDoSBiYWpvIGxhIHJlc3BvbnNhYmlsaWRhZCBleGNsdXNpdmEgZGVsIEF1dG9yLg0KDQpMYSBvYnJhIHNlIHBvbmRyw6EgYSBkaXNwb3NpY2nDs24gZGUgbG9zIHVzdWFyaW9zIHBhcmEgcXVlIGhhZ2FuIGRlIGVsbGEgdW4gdXNvIGp1c3RvIHkgcmVzcGV0dW9zbyBkZSBsb3MgZGVyZWNob3MgZGVsIGF1dG9yIHkgY29uIGZpbmVzIGRlIGVzdHVkaW8sIGludmVzdGlnYWNpw7NuLCBvIGN1YWxxdWllciBvdHJvIGZpbiBsw61jaXRvLiBFbCBtZW5jaW9uYWRvIHVzbywgbcOhcyBhbGzDoSBkZSBsYSBjb3BpYSBwcml2YWRhLCByZXF1ZXJpcsOhIHF1ZSBzZSBjaXRlIGxhIGZ1ZW50ZSB5IHNlIHJlY29ub3pjYSBsYSBhdXRvcsOtYS4gQSB0YWxlcyBmaW5lcyBlbCBBdXRvciBhY2VwdGEgZWwgdXNvIGRlIGxpY2VuY2lhcyBDcmVhdGl2ZSBDb21tb25zIHkgRUxJR0UgdW5hIGRlIGVzdGFzIGxpY2VuY2lhcyBlc3RhbmRhcml6YWRhcyBhIGxvcyBmaW5lcyBkZSBjb211bmljYXIgc3Ugb2JyYS4NCg0KRWwgQXV0b3IsIGNvbW8gZ2FyYW50ZSBkZSBsYSBhdXRvcsOtYSBkZSBsYSBvYnJhIHkgZW4gcmVsYWNpw7NuIGEgbGEgbWlzbWEsIGRlY2xhcmEgcXVlIGxhIEFOSUkgc2UgZW5jdWVudHJhIGxpYnJlIGRlIHRvZG8gdGlwbyBkZSByZXNwb25zYWJpbGlkYWQsIHNlYSDDqXN0YSBjaXZpbCwgYWRtaW5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