Economía digital, cultura maker y nuevas formas de creación de valor

Lombana Bermúdez, Andrés

Resumen:

La economía digital surge como resultado de la adopción masiva de las tecnologías de la información y de la comunicación, y la expansión de la conectividad a Internet alrededor del mundo. Su escala e impacto ocurren a nivel global, nacional, y local. Esta nueva economía abarca diversos tipos de intercambio, servicios y procesos de producción que van desde las compras y ventas en línea, hasta la producción y circulación de contenidos multimedia en la web, pasando por la minería de datos de usuarios de redes sociales y el desarrollo de aplicaciones para teléfonos móviles. De la mano del rápido cambio tecnológico, la economía digital permite nuevas formas de creación de valor no solo para corporaciones y empresas de diferentes sectores y escalas, sino también para los usuarios, incluyendo los jóvenes, quienes además de ser consumidores, son también productores de información, datos y contenidos. Este sector de la población, dadas ciertas condiciones de acceso a recursos tecnológicos, económicos, culturales y sociales, ha sido uno de los más entusiastas en la apropiación de herramientas y redes digitales, desarrollando nuevas prácticas mediáticas, explorando nuevas formas de aprendizaje y empoderándose para colaborar, crear y participar en la nueva economía. En esta sección del libro exploramos, a través de cinco artículos, algunos de los retos y oportunidades que la evolución de la economía digital ha generado para la inclusión social de los jóvenes en América Latina. Como parte esencial de la transformación digital de las sociedades, la economía digital asume los retos y oportunidades que caracterizan ese proceso, incluyendo su potencial democratizador y de inclusión, así como también el riesgo de amplificar desigualdades estructurales. Brechas de acceso a tecnología y conectividad, de acceso a conocimiento y habilidades, y de acceso a redes de capital humano, social y cultural, condicionan la participación e inclusión de los jóvenes en las diferentes dimensiones de la economía digital. Un elemento clave para la inclusión de los jóvenes en la nueva economía es el desarrollo de habilidades técnicas, científicas y socioculturales. Si bien las nuevas herramientas y redes digitales ofrecen nuevas posibilidades de creación, emprendimiento e innovación en varios sectores productivos, estas dependen en gran medida de las competencias que poseen los usuarios para sacar provecho de ese potencial. Centrada en el conocimiento, la información y los servicios, la economía digital requiere que los jóvenes desarrollen habilidades y saberes no solo tecnológicos sino también socioemocionales y culturales para así poder participar activamente, no solo como usuarios, sino también como productores, creadores, y hacedores. En los artículos de esta sección encontramos evidencia de los esfuerzos que los sectores público y privado están realizando para incrementar el acceso a tecnologías y redes digitales, e incentivar el desarrollo de competencias digitales en jóvenes de diversas clases sociales, géneros y razas. La red de clubes maker en colegios públicos de Chile, el centro de innovación comunitaria C-Innova en Colombia, los campamentos creativos MTL (Hacer, Reparar, Aprender / Make, Tinker, Learn) en Centroamérica, el programa Conectar Igualdad en Argentina y el concurso Technovation en Bolivia, son ejemplos de iniciativas orientadas a cerrar las brechas de acceso a conocimiento y conectividad. Todas ellas buscan preparar a las nuevas generaciones para la economía digital. Algunas de las iniciativas de inclusión digital en América Latina, como lo demuestran tres de los casos de estudio presentados esta sección, están basadas en la cultura maker. Esta cultura se deriva del movimiento hágalo-usted-mismo (DIY por su sigla en inglés, Do-it-Yourself), el cual lleva promoviendo desde el siglo XX el empoderamiento de los usuarios a través de la apropiación creativa de tecnologías y medios de comunicación. La cultura maker surge alrededor de la idea que personas comunes pueden producir sus propios contenidos, redes y artefactos tecnológicos, y resolver problemas individuales y de su comunidad haciendo uso de las herramientas y materiales que tienen a su alcance, y del conocimiento abierto de amplia circulación. El aprendizaje basado en proyectos aplicados en la solución de problemas del mundo real y en la colaboración entre pares y mentores, que caracterizan la cultura maker, han permitido el florecimiento de espacios alternativos e informales de aprendizaje y diseño, donde diversos géneros y saberes se encuentran. Espacios como C-Innova en Colombia y los campamentos creativos MTL en Centroamérica, por ejemplo, han logrado articular conocimientos y tradiciones locales como la de los artesanos rurales, con los métodos, destrezas, y saberes de la cultura maker global (por ejemplo, design thinking, hacking). Inclusive en contextos de educación formal, como lo demuestra el caso de la Red de Clubes Maker en escuelas chilenas, este tipo de aprendizaje ha ganado un espacio para la experimentación con nuevas pedagogías y el desarrollo de competencias digitales. A pesar de los esfuerzos por cerrar las brechas digitales, estas continúan expandiéndose debido al rápido cambio tecnológico y a las profundas desigualdades estructurales existentes en los países de la región. Los artículos sobre jóvenes rurales en Bolivia y jóvenes de sectores vulnerables en Buenos Aires, Argentina, dejan ver cómo la ausencia de habilidades digitales emerge como un obstáculo para su inclusión en la nueva economía. El estudio sobre jóvenes del programa Conectar Igualdad en Argentina revela que la mayoría de la población encuestada, sobre todo la femenina, no desarrolla prácticas y habilidades técnicas a pesar de tener acceso a computadoras portátiles, y tiene poco interés por desempeñarse en ocupaciones de trabajo informático. De manera similar, en el caso de Bolivia, encontramos cómo las adolescentes rurales que participaron en el concurso Technovation carecían de competencias que les permitieran finalizar el proyecto digital que ellas diseñaron para solucionar un problema de su comunidad. Estos dos casos, en particular, dejan ver cómo las profundas desigualdades de género, presentes en diferentes contextos latinoamericanos, son un obstáculo para la inclusión de jóvenes en la economía digital, específicamente en el mercado laboral de trabajos informáticos e informacionales. Los cinco artículos que presentamos a continuación revelan, desde diferentes perspectivas y contextos, no solo avances en la inclusión de los jóvenes en la economía digital en términos de conectividad y desarrollo de competencias, sino también algunas de las barreras existentes para la participación como lo son las desigualdades de género. ¿Qué tipo de iniciativas están contribuyendo a la inclusión de los jóvenes en la economía digital? ¿Cuáles son las limitaciones que estas iniciativas han encontrado? ¿Qué lecciones podemos aprender de los proyectos de inclusión orientados a jóvenes? ¿Cuáles son las dinámicas y prácticas que los jóvenes están desarrollando en espacios informales de aprendizaje y diseño como los de la cultura maker? Explorando estas preguntas, las autoras y los autores de estos artículos nos permiten apreciar el potencial que la transformación digital está generando para jóvenes de diversas razas, géneros, clases sociales y procedencias geográficas en América Latina, y nos dan pistas del tipo de políticas públicas, espacios y pedagogías que pueden fomentar procesos de inclusión en la nueva economía.


Detalles Bibliográficos
2018
Economía Maker
Creación de valor
Hazlo tu mismo
Economy Maker
Value Creation
Do It Yourself
Ciencias Sociales
Ciencias de la Educación
Economía
Creatividad
Español
Fundación Ceibal
Ceibal en REDI
https://hdl.handle.net/20.500.12381/338
Acceso abierto
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. (CC BY-NC-ND)
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Este sector de la población, dadas ciertas condiciones de acceso a recursos tecnológicos, económicos, culturales y sociales, ha sido uno de los más entusiastas en la apropiación de herramientas y redes digitales, desarrollando nuevas prácticas mediáticas, explorando nuevas formas de aprendizaje y empoderándose para colaborar, crear y participar en la nueva economía. En esta sección del libro exploramos, a través de cinco artículos, algunos de los retos y oportunidades que la evolución de la economía digital ha generado para la inclusión social de los jóvenes en América Latina. Como parte esencial de la transformación digital de las sociedades, la economía digital asume los retos y oportunidades que caracterizan ese proceso, incluyendo su potencial democratizador y de inclusión, así como también el riesgo de amplificar desigualdades estructurales. Brechas de acceso a tecnología y conectividad, de acceso a conocimiento y habilidades, y de acceso a redes de capital humano, social y cultural, condicionan la participación e inclusión de los jóvenes en las diferentes dimensiones de la economía digital. Un elemento clave para la inclusión de los jóvenes en la nueva economía es el desarrollo de habilidades técnicas, científicas y socioculturales. Si bien las nuevas herramientas y redes digitales ofrecen nuevas posibilidades de creación, emprendimiento e innovación en varios sectores productivos, estas dependen en gran medida de las competencias que poseen los usuarios para sacar provecho de ese potencial. Centrada en el conocimiento, la información y los servicios, la economía digital requiere que los jóvenes desarrollen habilidades y saberes no solo tecnológicos sino también socioemocionales y culturales para así poder participar activamente, no solo como usuarios, sino también como productores, creadores, y hacedores. En los artículos de esta sección encontramos evidencia de los esfuerzos que los sectores público y privado están realizando para incrementar el acceso a tecnologías y redes digitales, e incentivar el desarrollo de competencias digitales en jóvenes de diversas clases sociales, géneros y razas. La red de clubes maker en colegios públicos de Chile, el centro de innovación comunitaria C-Innova en Colombia, los campamentos creativos MTL (Hacer, Reparar, Aprender / Make, Tinker, Learn) en Centroamérica, el programa Conectar Igualdad en Argentina y el concurso Technovation en Bolivia, son ejemplos de iniciativas orientadas a cerrar las brechas de acceso a conocimiento y conectividad. Todas ellas buscan preparar a las nuevas generaciones para la economía digital. Algunas de las iniciativas de inclusión digital en América Latina, como lo demuestran tres de los casos de estudio presentados esta sección, están basadas en la cultura maker. Esta cultura se deriva del movimiento hágalo-usted-mismo (DIY por su sigla en inglés, Do-it-Yourself), el cual lleva promoviendo desde el siglo XX el empoderamiento de los usuarios a través de la apropiación creativa de tecnologías y medios de comunicación. La cultura maker surge alrededor de la idea que personas comunes pueden producir sus propios contenidos, redes y artefactos tecnológicos, y resolver problemas individuales y de su comunidad haciendo uso de las herramientas y materiales que tienen a su alcance, y del conocimiento abierto de amplia circulación. El aprendizaje basado en proyectos aplicados en la solución de problemas del mundo real y en la colaboración entre pares y mentores, que caracterizan la cultura maker, han permitido el florecimiento de espacios alternativos e informales de aprendizaje y diseño, donde diversos géneros y saberes se encuentran. Espacios como C-Innova en Colombia y los campamentos creativos MTL en Centroamérica, por ejemplo, han logrado articular conocimientos y tradiciones locales como la de los artesanos rurales, con los métodos, destrezas, y saberes de la cultura maker global (por ejemplo, design thinking, hacking). Inclusive en contextos de educación formal, como lo demuestra el caso de la Red de Clubes Maker en escuelas chilenas, este tipo de aprendizaje ha ganado un espacio para la experimentación con nuevas pedagogías y el desarrollo de competencias digitales. A pesar de los esfuerzos por cerrar las brechas digitales, estas continúan expandiéndose debido al rápido cambio tecnológico y a las profundas desigualdades estructurales existentes en los países de la región. Los artículos sobre jóvenes rurales en Bolivia y jóvenes de sectores vulnerables en Buenos Aires, Argentina, dejan ver cómo la ausencia de habilidades digitales emerge como un obstáculo para su inclusión en la nueva economía. El estudio sobre jóvenes del programa Conectar Igualdad en Argentina revela que la mayoría de la población encuestada, sobre todo la femenina, no desarrolla prácticas y habilidades técnicas a pesar de tener acceso a computadoras portátiles, y tiene poco interés por desempeñarse en ocupaciones de trabajo informático. De manera similar, en el caso de Bolivia, encontramos cómo las adolescentes rurales que participaron en el concurso Technovation carecían de competencias que les permitieran finalizar el proyecto digital que ellas diseñaron para solucionar un problema de su comunidad. Estos dos casos, en particular, dejan ver cómo las profundas desigualdades de género, presentes en diferentes contextos latinoamericanos, son un obstáculo para la inclusión de jóvenes en la economía digital, específicamente en el mercado laboral de trabajos informáticos e informacionales. Los cinco artículos que presentamos a continuación revelan, desde diferentes perspectivas y contextos, no solo avances en la inclusión de los jóvenes en la economía digital en términos de conectividad y desarrollo de competencias, sino también algunas de las barreras existentes para la participación como lo son las desigualdades de género. ¿Qué tipo de iniciativas están contribuyendo a la inclusión de los jóvenes en la economía digital? ¿Cuáles son las limitaciones que estas iniciativas han encontrado? ¿Qué lecciones podemos aprender de los proyectos de inclusión orientados a jóvenes? ¿Cuáles son las dinámicas y prácticas que los jóvenes están desarrollando en espacios informales de aprendizaje y diseño como los de la cultura maker? Explorando estas preguntas, las autoras y los autores de estos artículos nos permiten apreciar el potencial que la transformación digital está generando para jóvenes de diversas razas, géneros, clases sociales y procedencias geográficas en América Latina, y nos dan pistas del tipo de políticas públicas, espacios y pedagogías que pueden fomentar procesos de inclusión en la nueva economía.
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Este sector de la población, dadas ciertas condiciones de acceso a recursos tecnológicos, económicos, culturales y sociales, ha sido uno de los más entusiastas en la apropiación de herramientas y redes digitales, desarrollando nuevas prácticas mediáticas, explorando nuevas formas de aprendizaje y empoderándose para colaborar, crear y participar en la nueva economía. En esta sección del libro exploramos, a través de cinco artículos, algunos de los retos y oportunidades que la evolución de la economía digital ha generado para la inclusión social de los jóvenes en América Latina. Como parte esencial de la transformación digital de las sociedades, la economía digital asume los retos y oportunidades que caracterizan ese proceso, incluyendo su potencial democratizador y de inclusión, así como también el riesgo de amplificar desigualdades estructurales. Brechas de acceso a tecnología y conectividad, de acceso a conocimiento y habilidades, y de acceso a redes de capital humano, social y cultural, condicionan la participación e inclusión de los jóvenes en las diferentes dimensiones de la economía digital. Un elemento clave para la inclusión de los jóvenes en la nueva economía es el desarrollo de habilidades técnicas, científicas y socioculturales. Si bien las nuevas herramientas y redes digitales ofrecen nuevas posibilidades de creación, emprendimiento e innovación en varios sectores productivos, estas dependen en gran medida de las competencias que poseen los usuarios para sacar provecho de ese potencial. Centrada en el conocimiento, la información y los servicios, la economía digital requiere que los jóvenes desarrollen habilidades y saberes no solo tecnológicos sino también socioemocionales y culturales para así poder participar activamente, no solo como usuarios, sino también como productores, creadores, y hacedores. En los artículos de esta sección encontramos evidencia de los esfuerzos que los sectores público y privado están realizando para incrementar el acceso a tecnologías y redes digitales, e incentivar el desarrollo de competencias digitales en jóvenes de diversas clases sociales, géneros y razas. La red de clubes maker en colegios públicos de Chile, el centro de innovación comunitaria C-Innova en Colombia, los campamentos creativos MTL (Hacer, Reparar, Aprender / Make, Tinker, Learn) en Centroamérica, el programa Conectar Igualdad en Argentina y el concurso Technovation en Bolivia, son ejemplos de iniciativas orientadas a cerrar las brechas de acceso a conocimiento y conectividad. Todas ellas buscan preparar a las nuevas generaciones para la economía digital. Algunas de las iniciativas de inclusión digital en América Latina, como lo demuestran tres de los casos de estudio presentados esta sección, están basadas en la cultura maker. Esta cultura se deriva del movimiento hágalo-usted-mismo (DIY por su sigla en inglés, Do-it-Yourself), el cual lleva promoviendo desde el siglo XX el empoderamiento de los usuarios a través de la apropiación creativa de tecnologías y medios de comunicación. La cultura maker surge alrededor de la idea que personas comunes pueden producir sus propios contenidos, redes y artefactos tecnológicos, y resolver problemas individuales y de su comunidad haciendo uso de las herramientas y materiales que tienen a su alcance, y del conocimiento abierto de amplia circulación. El aprendizaje basado en proyectos aplicados en la solución de problemas del mundo real y en la colaboración entre pares y mentores, que caracterizan la cultura maker, han permitido el florecimiento de espacios alternativos e informales de aprendizaje y diseño, donde diversos géneros y saberes se encuentran. Espacios como C-Innova en Colombia y los campamentos creativos MTL en Centroamérica, por ejemplo, han logrado articular conocimientos y tradiciones locales como la de los artesanos rurales, con los métodos, destrezas, y saberes de la cultura maker global (por ejemplo, design thinking, hacking). Inclusive en contextos de educación formal, como lo demuestra el caso de la Red de Clubes Maker en escuelas chilenas, este tipo de aprendizaje ha ganado un espacio para la experimentación con nuevas pedagogías y el desarrollo de competencias digitales. A pesar de los esfuerzos por cerrar las brechas digitales, estas continúan expandiéndose debido al rápido cambio tecnológico y a las profundas desigualdades estructurales existentes en los países de la región. Los artículos sobre jóvenes rurales en Bolivia y jóvenes de sectores vulnerables en Buenos Aires, Argentina, dejan ver cómo la ausencia de habilidades digitales emerge como un obstáculo para su inclusión en la nueva economía. El estudio sobre jóvenes del programa Conectar Igualdad en Argentina revela que la mayoría de la población encuestada, sobre todo la femenina, no desarrolla prácticas y habilidades técnicas a pesar de tener acceso a computadoras portátiles, y tiene poco interés por desempeñarse en ocupaciones de trabajo informático. De manera similar, en el caso de Bolivia, encontramos cómo las adolescentes rurales que participaron en el concurso Technovation carecían de competencias que les permitieran finalizar el proyecto digital que ellas diseñaron para solucionar un problema de su comunidad. Estos dos casos, en particular, dejan ver cómo las profundas desigualdades de género, presentes en diferentes contextos latinoamericanos, son un obstáculo para la inclusión de jóvenes en la economía digital, específicamente en el mercado laboral de trabajos informáticos e informacionales. Los cinco artículos que presentamos a continuación revelan, desde diferentes perspectivas y contextos, no solo avances en la inclusión de los jóvenes en la economía digital en términos de conectividad y desarrollo de competencias, sino también algunas de las barreras existentes para la participación como lo son las desigualdades de género. ¿Qué tipo de iniciativas están contribuyendo a la inclusión de los jóvenes en la economía digital? ¿Cuáles son las limitaciones que estas iniciativas han encontrado? ¿Qué lecciones podemos aprender de los proyectos de inclusión orientados a jóvenes? ¿Cuáles son las dinámicas y prácticas que los jóvenes están desarrollando en espacios informales de aprendizaje y diseño como los de la cultura maker? Explorando estas preguntas, las autoras y los autores de estos artículos nos permiten apreciar el potencial que la transformación digital está generando para jóvenes de diversas razas, géneros, clases sociales y procedencias geográficas en América Latina, y nos dan pistas del tipo de políticas públicas, espacios y pedagogías que pueden fomentar procesos de inclusión en la nueva economía.
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Explorando estas preguntas, las autoras y los autores de estos artículos nos permiten apreciar el potencial que la transformación digital está generando para jóvenes de diversas razas, géneros, clases sociales y procedencias geográficas en América Latina, y nos dan pistas del tipo de políticas públicas, espacios y pedagogías que pueden fomentar procesos de inclusión en la nueva economía.61p.spaFundación CeibalJóvenes, transformación digital y formas de inclusión en América Latinreponame:Ceibal en REDIinstname:Fundación Ceibalinstacron:Fundación CeibalEconomía MakerCreación de valorHazlo tu mismoEconomy MakerValue CreationDo It YourselfCiencias SocialesCiencias de la EducaciónEconomíaCreatividadEconomía digital, cultura maker y nuevas formas de creación de valorParte de libroPublicadoinfo:eu-repo/semantics/publishedVersioninfo:eu-repo/semantics/bookPartRecursos y plataformasOtroLombana Bermúdez, 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11:10:27.323oai:redi.anii.org.uy:20.500.12381/338QWNlcHRhbmRvIGxhIGNlc2nDs24gZGUgZGVyZWNob3MgZWwgdXN1YXJpbyBERUNMQVJBIHF1ZSBvc3RlbnRhIGxhIGNvbmRpY2nDs24gZGUgYXV0b3IgZW4gZWwgc2VudGlkbyBxdWUgb3RvcmdhIGxhIGxlZ2lzbGFjacOzbiB2aWdlbnRlIHNvYnJlIHByb3BpZWRhZCBpbnRlbGVjdHVhbCBkZSBsYSBvYnJhIG9yaWdpbmFsIHF1ZSBlc3TDoSBlbnZpYW5kbyAo4oCcbGEgb2JyYeKAnSkuIEVuIGNhc28gZGUgc2VyIGNvdGl0dWxhciwgZWwgYXV0b3IgZGVjbGFyYSBxdWUgY3VlbnRhIGNvbiBlbCBjb25zZW50aW1pZW50byBkZSBsb3MgcmVzdGFudGVzIHRpdHVsYXJlcyBwYXJhIGhhY2VyIGxhIHByZXNlbnRlIGNlc2nDs24uIEVuIGNhc28gZGUgcHJldmlhIGNlc2nDs24gZGUgbG9zIGRlcmVjaG9zIGRlIGV4cGxvdGFjacOzbiBzb2JyZSBsYSBvYnJhIGEgdGVyY2Vyb3MsIGVsIGF1dG9yIGRlY2xhcmEgcXVlIHRpZW5lIGxhIGF1dG9yaXphY2nDs24gZXhwcmVzYSBkZSBkaWNob3MgdGl0dWxhcmVzIGRlIGRlcmVjaG9zIGEgbG9zIGZpbmVzIGRlIGVzdGEgY2VzacOzbiwgbyBiaWVuIHF1ZSBoYSBjb25zZXJ2YWRvIGxhIGZhY3VsdGFkIGRlIGNlZGVyIGVzdG9zIGRlcmVjaG9zIGVuIGxhIGZvcm1hIHByZXZpc3RhIGVuIGxhIHByZXNlbnRlIGNlc2nDs24uDQoNCkNvbiBlbCBmaW4gZGUgZGFyIGxhIG3DoXhpbWEgZGlmdXNpw7NuIGEgbGEgb2JyYSBhIHRyYXbDqXMgZGUgUkVESSwgZWwgQVVUT1IgQ0VERSBhIEFOSUksIGRlIGZvcm1hIGdyYXR1aXRhIHkgTk8gRVhDTFVTSVZBLCBjb24gY2Fyw6FjdGVyIGlycmV2b2NhYmxlIGUgaWxpbWl0YWRvIGVuIGVsIHRpZW1wbyB5IGNvbiDDoW1iaXRvIG11bmRpYWwsIGxvcyBkZXJlY2hvcyBkZSByZXByb2R1Y2Npw7NuLCBkZSBkaXN0cmlidWNpw7NuLCBkZSBjb211bmljYWNpw7NuIHDDumJsaWNhLCBpbmNsdWlkbyBlbCBkZXJlY2hvIGRlIHB1ZXN0YSBhIGRpc3Bvc2ljacOzbiBlbGVjdHLDs25pY2EsIHBhcmEgcXVlIHB1ZWRhIHNlciB1dGlsaXphZGEgZGUgZm9ybWEgbGlicmUgeSBncmF0dWl0YSBwb3IgdG9kb3MgbG9zIHF1ZSBsbyBkZXNlZW4uDQoNCkxhIGNlc2nDs24gc2UgcmVhbGl6YSBiYWpvIGxhcyBzaWd1aWVudGVzIGNvbmRpY2lvbmVzOg0KDQpMYSB0aXR1bGFyaWRhZCBkZSBsYSBvYnJhIHNlZ3VpcsOhIGNvcnJlc3BvbmRpZW5kbyBhbCBBdXRvciB5IGxhIHByZXNlbnRlIGNlc2nDs24gZGUgZGVyZWNob3MgcGVybWl0aXLDoSBhIFJFREk6DQoNCihhKVRyYW5zZm9ybWFyIGxhIG9icmEgZW4gbGEgbWVkaWRhIGVuIHF1ZSBzZWEgbmVjZXNhcmlvIHBhcmEgYWRhcHRhcmxhIGEgY3VhbHF1aWVyIHRlY25vbG9nw61hIHN1c2NlcHRpYmxlIGRlIGluY29ycG9yYWNpw7NuIGEgSW50ZXJuZXQ7IHJlYWxpemFyIGxhcyBhZGFwdGFjaW9uZXMgbmVjZXNhcmlhcyBwYXJhIGhhY2VyIHBvc2libGUgc3UgYWNjZXNvIHkgdmlzdWFsaXphY2nDs24gcGVybWFuZW50ZSwgYcO6biBwb3IgcGFydGUgZGUgcGVyc29uYXMgY29uIGRpc2NhcGFjaWRhZCwgcmVhbGl6YXIgbGFzIG1pZ3JhY2lvbmVzIGRlIGZvcm1hdG9zIHBhcmEgYXNlZ3VyYXIgbGEgcHJlc2VydmFjacOzbiBhIGxhcmdvIHBsYXpvLCBpbmNvcnBvcmFyIGxvcyBtZXRhZGF0b3MgbmVjZXNhcmlvcyBwYXJhIHJlYWxpemFyIGVsIHJlZ2lzdHJvIGRlIGxhIG9icmEsIGUgaW5jb3Jwb3JhciB0YW1iacOpbiDigJxtYXJjYXMgZGUgYWd1YeKAnSBvIGN1YWxxdWllciBvdHJvIHNpc3RlbWEgZGUgc2VndXJpZGFkIG8gZGUgcHJvdGVjY2nDs24gbyBkZSBpZGVudGlmaWNhY2nDs24gZGUgcHJvY2VkZW5jaWEuIEVuIG5pbmfDum4gY2FzbyBkaWNoYXMgbW9kaWZpY2FjaW9uZXMgaW1wbGljYXLDoW4gYWR1bHRlcmFjaW9uZXMgZW4gZWwgY29udGVuaWRvIGRlIGxhIG9icmEuDQoNCihiKSBSZXByb2R1Y2lyIGxhIG9icmEgZW4gdW4gbWVkaW8gZGlnaXRhbCBwYXJhIHN1IGluY29ycG9yYWNpw7NuIGEgc2lzdGVtYXMgZGUgYsO6c3F1ZWRhIHkgcmVjdXBlcmFjacOzbiwgaW5jbHV5ZW5kbyBlbCBkZXJlY2hvIGEgcmVwcm9kdWNpciB5IGFsbWFjZW5hcmxhIGVuIHNlcnZpZG9yZXMgdSBvdHJvcyBtZWRpb3MgZGlnaXRhbGVzIGEgbG9zIGVmZWN0b3MgZGUgc2VndXJpZGFkIHkgcHJlc2VydmFjacOzbi4NCg0KKGMpIFBlcm1pdGlyIGEgbG9zIHVzdWFyaW9zIGxhIGRlc2NhcmdhIGRlIGNvcGlhcyBlbGVjdHLDs25pY2FzIGRlIGxhIG9icmEgZW4gdW4gc29wb3J0ZSBkaWdpdGFsLg0KDQooZCkgUmVhbGl6YXIgbGEgY29tdW5pY2FjacOzbiBww7pibGljYSB5IHB1ZXN0YSBhIGRpc3Bvc2ljacOzbiBkZSBsYSBvYnJhIGFjY2VzaWJsZSBkZSBtb2RvIGxpYnJlIHkgZ3JhdHVpdG8gYSB0cmF2w6lzIGRlIEludGVybmV0Lg0KDQpFbiB2aXJ0dWQgZGVsIGNhcsOhY3RlciBubyBleGNsdXNpdm8gZGUgbGEgY2VzacOzbiwgZWwgQXV0b3IgY29uc2VydmEgdG9kb3MgbG9zIGRlcmVjaG9zIGRlIGF1dG9yIHNvYnJlIGxhIG9icmEsIHkgcG9kcsOhIHBvbmVybGEgYSBkaXNwb3NpY2nDs24gZGVsIHDDumJsaWNvIGVuIGVzdGEgeSBlbiBwb3N0ZXJpb3JlcyB2ZXJzaW9uZXMsIGEgdHJhdsOpcyBkZSBsb3MgbWVkaW9zIHF1ZSBlc3RpbWUgb3BvcnR1bm9zLg0KDQpFbCBBdXRvciBkZWNsYXJhIGJham8ganVyYW1lbnRvIHF1ZSBsYSBwcmVzZW50ZSBjZXNpw7NuIG5vIGluZnJpbmdlIG5pbmfDum4gZGVyZWNobyBkZSB0ZXJjZXJvcywgeWEgc2VhbiBkZSBwcm9waWVkYWQgaW5kdXN0cmlhbCwgaW50ZWxlY3R1YWwgbyBjdWFscXVpZXIgb3RybyB5IGdhcmFudGl6YSBxdWUgZWwgY29udGVuaWRvIGRlIGxhIG9icmEgbm8gYXRlbnRhIGNvbnRyYSBsb3MgZGVyZWNob3MgYWwgaG9ub3IsIGEgbGEgaW50aW1pZGFkIHkgYSBsYSBpbWFnZW4gZGUgdGVyY2Vyb3MsIG5pIGVzIGRpc2NyaW1pbmF0b3Jpby4gUkVESSBlc3RhcsOhIGV4ZW50byBkZSBsYSByZXZpc2nDs24gZGVsIGNvbnRlbmlkbyBkZSBsYSBvYnJhLCBxdWUgZW4gdG9kbyBjYXNvIHBlcm1hbmVjZXLDoSBiYWpvIGxhIHJlc3BvbnNhYmlsaWRhZCBleGNsdXNpdmEgZGVsIEF1dG9yLg0KDQpMYSBvYnJhIHNlIHBvbmRyw6EgYSBkaXNwb3NpY2nDs24gZGUgbG9zIHVzdWFyaW9zIHBhcmEgcXVlIGhhZ2FuIGRlIGVsbGEgdW4gdXNvIGp1c3RvIHkgcmVzcGV0dW9zbyBkZSBsb3MgZGVyZWNob3MgZGVsIGF1dG9yIHkgY29uIGZpbmVzIGRlIGVzdHVkaW8sIGludmVzdGlnYWNpw7NuLCBvIGN1YWxxdWllciBvdHJvIGZpbiBsw61jaXRvLiBFbCBtZW5jaW9uYWRvIHVzbywgbcOhcyBhbGzDoSBkZSBsYSBjb3BpYSBwcml2YWRhLCByZXF1ZXJpcsOhIHF1ZSBzZSBjaXRlIGxhIGZ1ZW50ZSB5IHNlIHJlY29ub3pjYSBsYSBhdXRvcsOtYS4gQSB0YWxlcyBmaW5lcyBlbCBBdXRvciBhY2VwdGEgZWwgdXNvIGRlIGxpY2VuY2lhcyBDcmVhdGl2ZSBDb21tb25zIHkgRUxJR0UgdW5hIGRlIGVzdGFzIGxpY2VuY2lhcyBlc3RhbmRhcml6YWRhcyBhIGxvcyBmaW5lcyBkZSBjb211bmljYXIgc3Ugb2JyYS4NCg0KRWwgQXV0b3IsIGNvbW8gZ2FyYW50ZSBkZSBsYSBhdXRvcsOtYSBkZSBsYSBvYnJhIHkgZW4gcmVsYWNpw7NuIGEgbGEgbWlzbWEsIGRlY2xhcmEgcXVlIGxhIEFOSUkgc2UgZW5jdWVudHJhIGxpYnJlIGRlIHRvZG8gdGlwbyBkZSByZXNwb25zYWJpbGlkYWQsIHNlYSDDqXN0YSBjaXZpbCwgYWRtaW5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Lombana Bermúdez, Andrés
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